Monday, March 14, 2011

Trilogía Peludos Parte I: Demian

Demian fue el primero en llegar a la casa. Demian vino a vivir conmigo cuando yo vivía sola y eso lo transformó para siempre en el primer individuo con el que decidí vivir y compartir mi hogar. Eso ha hecho que el Demian y yo tengamos una relación especial, que no es la misma que con ningún otro peludo.

Cuando me fui a vivir sola siempre pensé en tener una mascota, idealmente un gato o un perro, pero la verdad nunca me decidía. Que los perros sufren, que los gatos arañan cosas... siempre había un tema. Incluso pensé en otras opciones: un hurón, un erizo de tierra y así. Hasta que un buen día mi marido -que en ese entonces era mi pololo- me agarró de un ala y me dijo: "mira, para tu escándalo. Tu siempre has querido tener un gato, te encantan los gatos y estai puro hueviando. El fin de semana vamos a ir a buscar tu gato". Y así fue. Lo recuerdo porque era semana santa, entonces el fin de semana era largo y propicio para el primer acostumbramiento del animalillo a la casa.

Y así llegamos a la casa de Michelle en Echeñique, que tenía una camada de siameses de dos meses. Todos en una jaulita, más bien asustados al fondo. Y lo vi:


El Demian era más clarito que el resto: podrá ser?? Y lo sacan y confirman  mi sospecha: un Blue Point!! Yo amaba esos gatos pero no había pillado por ninguna parte!! De hecho el no pillar un Blue Point había sido la razón por la que derivé en la idea de perros o hurones o erizos. Y ahí estaba el Demian. De hecho con el mono habíamos ido a buscar una hembra, habíamos preguntado si tenían y todo, pero fue cosa de ver a aquel peludo clarucho desteñido de ojos tan azules como turnios y me enamoré. Y el Demian se fue a vivir conmigo.

No habíamos pensado nombres de macho, porque queríamos una hembra, pero en el camino llegamos a Demian. Un poco por el libro de Herman Hesse y un poco por La Profecía (aunque ahí es más Damien que Demian).

Confieso que al principio le temía a Demian. La primera noche la pasó en la cocina, en un rincón donde pusimos su cama y su comida y todo y al día siguiente en la mañana lo fui a ver. Y el pobre me tenía miedo!! me miraba con sus ojos azules turnios y grandes como platos, desorbitados en el temor y el desconcierto de lo nuevo y desconocido y me hisseó cuando le traté de hacer cariño!! Y más encima tenía nombre de maldad y me miró con odio y me tiró un zarpazo y yo pensaba que me iba a odiar :(



Pero no, poco a poco se fue acostumbrando. Ya al segundo o tercer día quería dormir en mi cama y adquirió aquella maravillosa costumbre del todo o nada: si quiero estar con él tiene que ser que él esté instalado encima de mí. Si no, me ignora. No cualquier espacio es digno de Demian.

Y así se fue configurando lo que hoy hemos llegado a conocer como "cara de Demian", la misma que tanto me ha servido en variados ámbitos de la vida, desde la pega (sobre todo la pega) hasta mi vida personal. La cara de Demian es indescriptible... pero es algo más o menos así:



Es una cara de displicencia absoluta pero que va más allá de ignorarte. No es que Demian ignore. Demian simplemente pone cara de Demian y uno ha de entender lo que ha de entender.


Así es el Demian. Por eso lo admiro y por eso le temo un poco, incluso hasta hoy.

Demian en algo autista, no gusta de socializar y sus afectos son polares: o te ama o te ignora. Y tiene preferencias enfermas por un par de personas a quienes deleita con un lavado de pelo completo el momento en que cruzan la puerta. Una de ellas es mi padre, que siempre tiene que llegar a ducharse después de pasar por acá.

Demian es el más valiente, el aventurero pero que es demasiado digno, incluso para comer. Demian es parentalizado, sobreadaptado, superyoico y esquizoide... Me recuerda a alguien...


No comments:

Post a Comment