Tuesday, March 22, 2011

Mañanas con animales

Hoy caí en cuenta de que las mañanas en mi casa tienen una rutina mucho más elaborada y estricta de lo que me gusta pensar. Lo que yo veía es que yo me despierto, el mono sigue durmiendo, tomo desayuno y saco a pasear al perro. Cuando llegamos despertamos al mono ya sea saltándole encima o llenándolo de chupis (todas estas cosas las hace el perro, no yo) y luego proceso a irme a la oficina.

Pues bien, resulta que para que esta coreografía resulte, hay una infinidad de pequeñas sub rutinas que han de suceder en su momento exacto para poder armar el gran baile final y on schedule, porque si no llego tarde a la pega y creo que culpar al perro o al gato como escusa es bien penca.

Kracho durmiendo

Demian despertando

1.- Abrir los ojos: esta simple y refleja actividad desencadena todo un porvenir de situaciones. Cuando este abrir los ojos de mi parte es espontáneo desencadena el abrir los ojos del perro, quien vigilaba mi sueño con atenta y expectante vigilia, ya que finalmente él es el que más se favorece con mi despertar, ya veremos por qué. Esto, a su vez, desencadena el abrir de los ojos de los gatos que habitualmente duermen a mis pies o en la pieza de al lado, pero que muchas veces también han comenzado una vigilia sentados al lado de la cama. Una vigilia por cierto más indiferente, pero no por eso menos constante.



Hay que decir también, que muchas veces mi abrir de ojos es precedido por alguna de las siguientes situaciones:

  • Un gato considera que ya es muy tarde para estar durmiendo y me lo hace saber caminando sobre mi
  • Un gato (el Kracho) tiene hambre y lo hace saber a decibeles impensados para esa hora de la mañana
  • Un perro considera que es el momento preciso para girar repetidamente sobre su eje hocico - cola, enflufando su pelaje y repartiendo baba por doquier
  • Un perro decide cambiar de posición en la cama, lo cual hace con un conocido movimiento de desplome sustantivo sobre mis pies
  • Un marido ronca
  • Un gato chupa una bolsa
  • Un gato reordena la casa a su haber, descartando items que le parecen insulsos botándolos al piso con fervor
Estas cosas también pueden suceder en otros momentos de la noche, pero ahi no desencadenan la rutina de despertar - levantarse, sino de ira - insomnio, de la cual hablaré en otra oportunidad.



2.-Baño: a esta impostergable actividad matinal siempre me acompañan los gatos dentro del baño y el perro echado en la puerta por fuera. Los gatos toman agua de la gotera de la tina y el perro me espera afuera con una fidelidad que va más allá de lo que yo logro dimensionar. Mientras me ducho el Demian se aburre del baño y considera que la humedad es indigna y poco adecuada para su pelaje y me demanda salir, para lo cual yo debo extender mi manita mojada de la ducha y dejarlo salir. Mientras el Kracho se echa feliz sobre la ropa limpia que dejé lista para vestirme. Y no, no prefiere la ropa vieja y sí, ya lo he probado dejándole otras cosas. Sólo he logrado marginales avances sustituyendo la ropa con un guatero vacío.

Dosty en vigilia frente al baño

Kracho en la alfombra del baño


3.- Desayuno: cuando salgo del baño se desencadena una actividad que siempre disfruto sobremanera: el desfile hacia la cocina. En un orden que sólo ellos comprenden, los gatos y el perro me acompañan a la cocina, desfilando con sus pasitos desiguales y haciendo sonar sus cojincitos en el piso flotante. Este sonido es muchísimo más evidente en Rusty, pero si se escucha aguzadamente y con atención, también se logran oir las pisadas de los cuts. 

Pero bueno, este desfile nos lleva a la cocina donde cada uno adopta una posición determinada: yo en la máquina de café, el Demian en su panóptico junto a la puerta, el Kracho cerca de lo que sea que se pueda comer esa mañana y el Rusty echado en la entrada de la cocina o ya lloriqueando porque sabe lo que viene... su primer paseo del día.


Y es ahí donde suelen empezar los lloriqueos: que el Kracho quiere comida, que el Demian quiere atención y el Rusty quiere salir. Todo esto suele traducirse en quejiditos más o menos lastimeros dependiendo de quién los emite. En mi opinión, el Rusty y el Demian se pelean el primer lugar.

4.- Salida: acá es cuando la lealtad del Rusty se vuelve más bien un hostigamiento enfervorecido, el cual va teniendo gatillantes progresivos y paulatinos de una cada vez mayor histeria: cuando salgo de la cocina me sigue, cuando me pongo pantalones se me refriega. Con los calcetines ya el refriegue bordea en lo inapropiado y ya la postura de zapatos desencadena un nivel de hyper que no tiene vuelta: hay que salir sí o sí. Para qué hablar de cuando agarro las llaves o la correa...

5.- Vueltita: salimos a pasear lo más lejos que me permita mi flojera matutina: si hay harto tiempo vamos a la plaza y a dar una vuelta por el parque, si hay poco, a mear abajito del edificio nomás. El perro es el que mea, no yo.


6.- Despedida: volvemos de la vueltita y Rusty corre a saludar a su padre. Habitualmente esto consiste en saltarle encima y dedicarle unos cuantos chupis. La verdad es que este despertar suele ser más efectivo y placentero para el destinatario, o al menos eso creo que mi apurado susurro de "monito, me voy a la pega". Al menos el Rusty se echa a dormir con él un ratito más y ahí es cuando yo los odio.

Posteriormente procedo a despedirme de los cuts. Esta despedida suele ser algo más extensa, ya que entra la culpa por dedicarle una vueltita al perro y no la misma cantidad de tiempo a los gatos. Entonces tomo a cada uno en brazos, los besuqueo habitualmente hasta hostilizarlos y a veces les doy una vuelta por el pasillo del edificio; una extraña fascinación que comparten y que no dudan en hacerme saber sentándose en la puerta del departamento y mirando la manilla como si en ello se les fuera su turnia vida. Todo esto, por cierto, sólo para darse cuenta de que si se alejan mucho más allá de la mitad del pasillo se cagan de susto y vuelven. Al menos el Demian. El Kracho llega al felpudo.

Posteriormente procedo a irme, sin duda, más feliz a la pega, sintiendo que tuve una vida antes de salir.


5 comments:

  1. jajajaja, lo que me queda de este post... quiero matar al mono!

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  2. Y yo que salgo sin siquiera saber si me quité el pijamas...

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  3. Gracias a los peludos tenemos menos horas de sueño pero más horas de vida... me gusta!

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  4. Juas, esta graciosa la rutina. Lo único bueno de estos lares es que el negrito no despierta en las mañanas aunque este despierto. Pero trata de compartir cama con uno, lo que significa despertarse con su careto al lado de uno.

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  5. GENIAL!! Me parece fundamental que aclares que quien mea abajito del edificio es Rusty .... jajaja.
    Este Blog está buenísimo!!

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