Wednesday, March 16, 2011

Trilogía Peludos Parte III: Rusty

And then came Rusty...



Rusty es un perro. Eso no es menor. Un perro es muy distinto a un gato. Un perro es needy y grande y tiene que salir a pasear y lloran si se quedan solos y... no son como los gatos.

Me encantan los perros y la verdad siempre quise tener uno, pero así como era fervientemente enemiga de los disfraces también lo era del concepto de tener un perro en un departamento. A menos que fuera muy chico y la verdad a mi no me gustan tanto los perros chicos. Además, ya teníamos dos animales en la casa. Entonces la opción perro estaba más o menos descartada.

Pero factor in el hecho de que mi marido siempre quiso tener un perro así como que fuera de él. No como en la parcela de sus padres, que tienen una población constante de entre 10 - 20 perros at any given time. Él siempre quiso un perro propio, no de la casa: de él. Habíamos discutido harto esta opción, pero siempre llegábamos a la conclusión de que tener un perro en un departamento es cruel.

Hasta que el tema se empezó a volver cada vez más recurrente y algo en mi cabecita me empezó a decir que íbamos a terminar teniendo un perro. Bastante antes de efectivamente decidir que así fuera, por cierto. Pero llegó un minuto en el que vi al mono tan feliz coquetear con la idea, me vi a mi feliz con mis gatos y ya no pude negarme más, me sentía egoísta y casi cruel de seguir negándome.



El mono siempre había querido tener un Corgi y había hecho algunas averiguaciones, visto criaderos (que no abundan en Chile, por cierto) pero nada concreto. No era una decisión tomada aún. Hasta que cachó que no habían muchas opciones reales en Chile y se puso a averiguar de otras razas. En eso dio con el criadero de Ezio Solari, donde tienen varias razas de perros, entre ellos los Border Collies. Y así empezamos a cachar más de ellos, aunque aún desde una parada descoprometida. Sin saber que ya habíamos dado el paso sin darnos cuenta...

Y así resulta que un sábado de fallido almuerzo familiar en Peñaflor nos fuimos temprano y figurábamos en la autopista a las 2 de la tarde sin mucho qué hacer con el resto del día. Y el mono me dice "oye, y si vamos a ver los perros al criadero ese en Casablanca?", "yapoh" contesté, sin sospechar aún -ingenuamente por cierto- que nuestro destino estaba cada vez más sellado.

Enfilamos hacia la playa y llegamos a Casablanca al criadero. Entrar por esa puerta es pasar a otra dimensión. Básicamente porque entras y llegan decenas de perros de variadas razas, portes y colores hacia ti, todos queriendo jugar, todos decentes, bien comportados y bastante limpiecitos para ser de campo. En resumen: el paraíso para mí!!! Abracé miles de perros, hostigué otros tantos y muchos me dieron besitos asquerosos y babosos. Difamé a los Border Mirlos llamándolos hienas horribles, aunque ahora desdigo mis declaraciones.

Ezio nos hizo una demostración con en Jackie, un campeón de Agility y con Corcho, otro Border delicioso. Hasta ahí yo ya tenía bastante claro que los Border eran una raza muy inteligente y que aprendían muchas cosas y rápido. Y luego nos mostró la camada de Borders de 2 meses... And that was it. Detracito de varios negritos con blanco venía uno más atrás, diferente: café y con los ojitos medios verdes. Ingenuamente dije oh qué delicioso y... lo tomé en brazos. Nada más que decir: DONE DEAL. A uno le deberían advertir que si no está cien por ciento convencido de querer adoptar un animalito NO DEBE TOMARLO EN BRAZOS!!! Porque yo ya estaba perdida. Y el mono ni siquiera tuvo que tomarlo en brazos. Rusty ya se nos había metido en la cabecita y el almita.

Ese día nos fuimos a la casa, sin perro, por cierto, si sólo habíamos ido a mirar... Pero todos ya sabíamos cómo iba a terminar esto. De ahí no me acuerdo bien, pero mi sensación es de que en un momento nos miramos y supimos que íbamos a ir a buscar al perrito al día siguiente. Y así fue:


Rusty en la camioneta camino a la casa de Casablanca


¡Era muy pequeño!

Rusty llegó a la casa y su rapport con los gatos fue bastante menos traumático que el del Demi con el Kracho. Básicamente se ignoraron tras la curiosidad inicial y eso se ha mantenido más o menos así en el tiempo.


Lo difícil no fue la relación con los gatos, fue el perro en sí. Los cachorros son muy demandantes! Tenía tos y había que hacerlo dormir, meaba cada media hora donde se lo ocurría, no lo podíamos sacar a pasear porque no tenía las vacunas aún y siempre quería jugar a algo!! OMG yo no estaba preparada...

La primera noche intentamos que durmiera en la cocina. Lo encerramos con comida, camita y agua. Y tras 40 minutos de llanto, angustia y rasguños de puerta lo llevamos a la cama y ahí ha permanecido ever since. Ah, el perro también lloraba y estaba angustiado, por si acaso... :P

Fueron un par de meses horrorosos: no dormíamos más de un par de horas porque había que llevarlo a mear a la terraza y luego hacerlo dormir en su cama porque no se dormía solo. Comía varias veces al día y no hallábamos las horas de poder sacarlo a pasear a que gastara energía en la plaza. La verdad, me cuestiono sólo por esos dos meses la conveniencia de tener un perro en un departamento. La conveniencia para la salud mental, that is.

Cuando pudo dormir la noche completa hubo un aumento en nuestra calidad de vida. Y luego otro más sustancial cuando aprendió a mear afuera. Ahí recuperamos la terraza y el aire respirable en la casa. Y de ahí todo ha sido bastante mejor.


Reconozco que al principio lo odiaba un poquito a ratos, por no dejarme dormir y por tener a los gatos un tanto recluidos a las alturas. Los perros son mucho más invasivos y espacialmente demandantes y muy a mi pesar los cuts le cedieron bastante espacio a Rusty. Físico y mental también, al principio. Y me volví a sentir una mierda de madre de cuts.

Pero luego vinieron cosas como esta:


Y supe que todo iba a estar bien. Eventualmente.

Hoy Rusty duerme toda la noche y más, pesa 15 kilos y duerme en nuestra cama la mayor parte de la noche. Siempre es el perro más educado de la plaza y, sin duda, el más bonito. Sabe muchos trucos que impresionan a la gente y un par más bien destinados a salvarle la vida. Pero por sobre todo, hace feliz al mono como a mi mis cuts. Y por eso, Rusty es insuperable.




3 comments:

  1. En mi caso, a mi perro lo subimos a la cama al primer ataque de epilepsia que tuvo (solo ha tenidos dos), y de ahi no lo pudimos bajar más.
    Ahora duerme al lado de la cama pero siempre amanece arriba, asi que no sé a que hora se sube. La única diferencia es que este socio pesa 35 kilos ¬¬

    María Paz

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  2. lo que pasa es que lo slindos se pasan de listos y esperan a que estes dormido para subirse, con dali hemos hecho la prueba apagamos la tele, las luces y nos hacemos los dormidos, pasan 5 minutos y el perro que segun el estaba profundamente dormido levanta la cabecita nos mira y en su movimiento ninja perruno llega hasta la cama y ahi se acaba lo ninja porque el weon se hecha como saco de papas, como en los looney tunes cuando el perro se hacha se da tres vueltas y luego recoje las patas quedando por unos segundos en el aire para luego caer encima tuyo con ayuda de todo lo que es la gravedad.

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  3. "Vamos a ver los perritos a ese criadero???" jajajajaja tomé en brazos a Olaf y... tuve que volver a buscarlo al día siguienteeeeeee!! y me recibió con un lindo vómito en mi pantalón (no mover mucho a los cachorros cuando acaban de comer)
    En algún momento sentí que no podría con el animal... pipi y caca por toda la casa, olor asqueroso (no bañar sin vacunas) pelos por todos lados... el infierno para mí! Ahora está más grande y gran parte de ese infierno ya no existe. Ya es parte de mi familia y de mi alegría y pronto tendrá hijitos que obviamente tomaré en brazos y no me resistireeee! y todo volverá al inicio de los tiempos...

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